La transformación de un proceso, de una dinámica no suele ocurrir sin la presencia de una crisis que motive repensar los procesos, retomar las prioridades y asumir nuevos retos. Lo cierto es que la mayoría de las personas somos seres que tomamos costumbre en casi todos los ámbitos y mientras los resultados sean al menos aceptables, es muy improbable que consideremos variar el modo en que nos comportamos.
Las crisis
son momentos temibles, ya que nos coloca ante una predicción negativa al menos
que se haga un cambio en la ruta que se lleva. Si se logra detectar la
vulnerabilidad y anticipar el avecinamiento de una calamidad, contamos con la gran
opción de tomar un correctivo y encaminarnos a un destino más halagüeño, este
es el mejor escenario: disminuir el impacto de la crisis.
Por otra
parte, cuando afrontamos una crisis cuyas causales son difíciles de predecir o están
fuera de nuestro control directo, o suceden repentinamente, es muy poco
probable que podamos eludir ser afectados por esta ¿Qué podemos hacer ante lo
inevitable? Pues, aun así tenemos opciones, entre ellas, afrontar los daños presentes,
disminuir los riesgos de más daños en el futuro cercano y analizar las causales
para prevenir crisis similares.
No es cuestión
de obligarnos a un positivismo crónico y negar las crisis o pretender que todo
marcha bien "a viento en popa”, sino de buscar siempre la mejor opción, siendo
conscientes que siempre existe más de un camino para afrontar los momentos de crisis.
Incluso podemos visualizar una crisis como un cruce de caminos, en donde queda
a nuestro criterio el cambio de senda que vamos a tomar, reconociendo que
quedarnos estáticos no es una opción viable.
Un ejemplo
que recientemente hemos afrontado juntos como humanidad ha sido la pandemia por
coronavirus, de donde (a costa de muchas perdidas) hemos podido salir adelante
y tuvimos la oportunidad de observar muchas cosas como: deshonestidad
de algunas personas (lección: no confíes en esos individuos); un excelente programa
de vacunación (lección: el gobierno puede hacer bien las cosas cuando hay un
objetivo claro e ineludible); seguimos trabajando (lección: es necesario seguir
formándonos en habilidades de trabajo remoto); y otras más relacionadas con hábitos
de bioseguridad y costumbres alimentarias de las personas, respeto a los hábitats,
etc.
Lo mejor que
puedo decir en cuanto a las crisis es que son momentos en que te ves en la necesidad imperiosa de
buscar alternativas, de ser creativo y en donde somos observados por los que
dependen de nuestras decisiones, por ello, siempre es bueno tener un plan B y
ser flexibles, escuchar ideas nuevas y ser gratos con quienes arriman el hombro
para tomar la mejor ruta en un punto de inflexión.
*María Inés
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